En la mañana hermosa del 17 de abril, continuamos con el Salmo 23:4, que dice: “Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.”

“El hombre es injusto, pero Dios es justo.” Dijo nuestra pastora Iris N. Torres. Hay veces que los golpes que recibimos, son porque en nuestra propia conscupicencia hemos decidido irnos por otro camino que no es el de Dios. Las ovejas necesitan la dirección del pastor; nosotros necesitamos la dirección de nuestro Dios.

Pero, ¿qué ocurre cuando tenemos miedo a dejar que Dios sea él que dirija nuestros pasos? Pues comenzamos a confiar en nuestra propia inteligencia, dejando de seguir lo que Dios dice en su palabra. No tenemos la capacidad de ver el futuro, por eso necesitamos seguir la senda que Dios establece para nosotros. “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien” (Josue 1:8)

Es tiempo de rendir nuestro deseo de control a Dios. Es tiempo de dejar que sea él quien nos sane. Es tiempo de dejar de coger tanto cantazo innecesario y seguir el propósito de Dios. La persona que está sin dirección anda sufriendo por cosas que Dios no le dijo que hiciera, o tomara. Cristo viene pronto, y él espera que su pueblo confíe en él. Es necesario dejar que Dios tome el control, porque esto traerá bendición y paz a tu vida. “Encomienda a Jehová tu camino, Y confía en él; y él hará.” (Salmo 37:5)

El primer paso para dejar que Dios tome el control, y poder movernos hacia la meta, es aceptar que lo que has estado haciendo no te está ayudando. Es aceptar que estás perdido y necesitas la dirección. Sabrás la desición que debes tomar cuando crees un hábito, una rutina, un estilo de vida leyendo la Biblia. Por medio de su Espíritu Santo, el Señor te mostrará su propósito.

En la angustia, él te escucha, en tu llanto él está. Ten paz en medio de tu tormenta, aliéntese tu corazón y agárrate del Señor. “Entonces clamaron a Jehová en su angustia, Y los libró de sus aflicciones.” (Salmo 107:6)

 

 

Por: Lisandra Y. Rodríguez