El amor es medido muchas veces por la pasión o por la atención presentada a una persona. Cristo, para demostrar su amor hacia nosotros, murió en la cruz del Calvario y derramó su sangre para que fuésemos limpiados. Pensamos, en ocasiones cuando pecamos o cometemos un error, que Dios ya nos olvidó o que ya no somos dignos de su presencia en nosotros. En Romanos 8:35-39 dice: 35 ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? 36 Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. 37 Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. 38 Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,39 ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.

¿Qué mejor y más perfecto amor que ese, del cual ni la vida ni la muerte nos separará? Siempre que tengamos un corazón sincero y dispuesto al arrepentimiento, Dios nos perdonará y continuará guiándonos por su camino. No permitas que el ajoro de vida o las circunstancias difíciles te aparten de su gran amor. En Santiago 1:2-4 dice: Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.

Así que, recibe paz en el nombre de Jesús, sé fuerte y predica el buen evangelio. Nuestra recompensa es su amor eterno.

SIGUENOS a través de facebook/manosenelarado y en instagram: @manos_en_el_arado