En el tercer piso de nuestra iglesia, en la clase de damas, dirigida por nuestra hermana, Vilma Pizarro, discutimos la clase: «Tengo a alguien a mi lado». Justo antes de comenzar la enseñanza nuestra maestra interrumpió la clase para darnos una lección por medio de un testimonio. ¡Qué tanto aprendemos de los testimonios! Ciertamente fue dirigida por el Espíritu Santo para edificarnos, y su presencia así lo confirmó. Utilizamos como referencia la revista El Discípulo y Hebreos 4:14-5:10.

«Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. Porque todo sumo sacerdote tomado de entre los hombres es constituido a favor de los hombres en lo que a Dios se refiere, para que presente ofrendas y sacrificios por los pecados; para que se muestre paciente con los ignorantes y extraviados, puesto que él también está rodeado de debilidad; y por causa de ella debe ofrecer por los pecados, tanto por sí mismo como también por el pueblo. Y nadie toma para sí esta honra, sino el que es llamado por Dios, como lo fue Aarón. Así tampoco Cristo se glorificó a sí mismo haciéndose sumo sacerdote, sino el que le dijo: Tú eres mi Hijo, Yo te he engendrado hoy. Como también dice en otro lugar: Tú eres sacerdote para siempre, Según el orden de Melquisedec. Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente. Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia;  y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen; y fue declarado por Dios sumo sacerdote según el orden de Melquisedec.» (Hebreos 4:14-5:10)

Tenemos que tomar la decisión de obedecer al Señor

«No te muevas de donde Dios te coloque. No tomes decisiones a lo loco, si lo haces, tu fin es malo. Tenemos que tomar la decisión de obedecer al Señor», exhortó convencida. «Tenemos que tener fidelidad. Debemos tener misericordia y amor a nuestros hermanos, y fidelidad a Dios», enseñó Pizarro. «Él pasa las cosas que nosotros pasamos. Cuando miramos a través del cristal de Cristo puedes pasar la prueba y no duele», dijo. «No mires a los hombres. No esperes a los hombres. Tienes que esperar de Dios», aconsejó. «Tenemos que aprender de Dios, de nuestro Sumo Sacerdote. A quien le servimos es a Cristo. Él fue que quien nos contrató en su viña. Dios nos ama más que nadie.  En el mundo tendrás aflicción, pero confía; Él ha vencido al mundo. Tenemos que aprender a tener temor de Dios. Tenemos que vivir bajito. Tenemos a Cristo que es el Sumo Sacerdote, Él nos ayuda», finalizó.

Amado hermano, le esperamos todos los domingos en la Iglesia de Jesucristo El Caballero de la Cruz, a las 9:30am, en la Escuela Dominical: la espina dorsal de la Iglesia.

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