Después de un momento lleno de adoración del ministerio Tsarach y dispuestos a que nuestra copa rebosara de su presencia, dimos comienzo a nuestro Culto al Altísimo nocturno. La pastora Iris N. Torres Padilla tomó como porción bíblica el capítulo 1 del libro de Efesios:

“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo”

“En nuestra boca tenemos el poder de la vida y de la muerte”. Cuando el ser humano cambia de actitud, puede cambiar su vida. Una bendición de Dios cambia nuestra vida, pero es nuestra responsabilidad convertirnos en buenas vasijas para retener esa bendición. La bendición de Dios no es solo para los «santos» y los espirituales. El Salmo 115 habla sobre la bendición que está reservada para todos los que le sirven y no hay nadie que pueda cambiar la bendición que Dios declara sobre nuestra vida. Nadie le podrá hacer daño a la iglesia y toda maldición de la boca de los inicuos será transformada en bendición.

Dios bendice a su iglesia, a sus hijos, a los que han sido lavados en la sangre del Cordero, a aquellos que se apartan del mal. TODO lo que Dios tiene para mí, es mío y como ÉL lo tiene todo, me bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo. En el Libro de Crónicas se habla de una oración hecha por Jabes de una manera diferente. Este invocó, oró a gran voz, y Dios le dio lo que pedía. Así como hizo con Jabes, Dios decidió levantar el rostro a favor de la iglesia y a mí me corresponde seguir sus estatutos para ser un receptor de su bendición. Este ejemplo lo vemos en Josué, después que este repartió toda la tierra a los hebreos, declaró que su casa y él servirían a Jehová.

Dios bendice a quienes le obedecen y siguen sus estatutos. Las bendiciones cambian vidas, busca tu bendición, habla diariamente a los que te rodean, aléjate de los que están hablando mal todo el tiempo.  Tu puedes escoger maldición o bendición, puedes hablar a los tuyos maldición o bendición, puedes escoger vivir bajo la bendición de Dios o su maldición. Yo decido vivir bajo la bendición de Dios. Mi casa y yo serviremos a Jehová.

MI CASA, ES LA CASA DE TODOS