En la palabra expuesta este pasado miércoles aprendimos que hay tiempo para todo; tiempo para reír y tiempo para llorar, tiempo para sembrar y tiempo para cosechar. Los seres humanos no logramos comprender la inmensa sabiduría del Señor, pues constantemente queremos obtener todas las cosas de manera rápida. Vivimos con una prisa constante, la cual no nos permite ver ni vivir aquello que es verdaderamente importante; por tanto, vemos que tanta gente vive sin esperanza, deprimida, sola y espiritualmente vacía. Aprendamos a confiar en Dios, en Su Palabra y en Sus promesas, pues a Su tiempo perfecto Él ha de hacer la obra en nuestras vidas.
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Mi casa, es la casa de todos
Escrito por: Shaliny A. Quiles
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