“Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.” (Salmos 23:4)

Reiterando la serie del Salmo 23, nuestra pastora Iris N. Torres, comenzó la predica diciendo: “Los valles van a suceder, suceden a lo largo de la vida. Estos son inevitables.” En esta vida, las dificultades nos toman por sorpresa, llegan cuando menos lo esperamos. Inclusive, cuando no estamos preparados para ella. Pero estos, son temporales.

¿Por qué ocurren los valles, si son temporales? Los valles y dificultades se dan, porque necesitamos aprender algo. Tal vez, necesitamos crecimiento, o que nuestra confianza esté completamente en Dios. Las situaciones difíciles son temporeras, los valles son temporeros, las angustias son temporeras. Estos no fueron creados para destruirte, sino para que te fortalezcas en el Señor.  “Porque no menospreció ni abominó la aflicción del afligido, Ni de él escondió su rostro; Sino que cuando clamó a él, le oyó.” (Salmo 22: 24)

Avanza, aun si lo único que ves es el dolor. Marcha, aunque se te haga difícil moverte. Dios no desea tu fracaso, sino tu victoria. Él no quiere que te estanques en el problema, sino que prosperes en él. Aprende a ver el problema con los ojos de Dios. Pregúntale; “Señor, ¿qué debo aprender de esto? ¿Qué deseas que entregue?” Entonces podrás ver que la situación y la prueba no están para destruirte. Podrás mirar a tu gigante de otra manera.

Dios prometió que estaría con nosotros hasta el fin del mundo, en todo momento. Él desea que lo veas, en tu circunstancia también. Él sabe que duele, Cristo pasó por esto.

Dios fortalece a sus hijos, Dios les da paz. “Jehová dará poder a su pueblo; Jehová bendecirá a su pueblo con paz.” (Salmo 29:11)