En el culto matutino de hoy domingo, 26 de julio la palabra de Dios fue expuesta por nuestra pastora Vanessa Torres, teniendo como base bíblica los versos de Miqueas 7:14-20.  La pasada semana, el mensaje giró en torno a las tres cosas que pide Jehová de su pueblo: hacer justicia, amar misericordia y humillarte ante su Dios.   Hoy, en el mismo libro de Miqueas, vemos los atributos de Dios.  Luego de Miqueas hablar sobre los juicios de Dios para los pueblos vecinos, le llegó también el turno al pueblo de Israel, pues la justicia de Dios es para todos.  Pero aún en el juicio, vemos a un Dios de misericordia y de amor. Su naturaleza no es de ira ni de juicio, sino de amor.

Sus atributos son el amor, la misericordia y el perdón.  Es un Dios que todo lo sabe, que tiene todo el poder, y que es bueno.  Pero, si Dios es bueno, ¿por qué viene el castigo? El castigo viene como consecuencia de las acciones de los hombres.  Cada acción tiene una consecuencia, esta es la ley de la siembra y la cosecha.  Como el padre que corrige a su hijo, así es Dios con nosotros y nos enseña el camino del bien a través de su Palabra.

Al leer a Miqueas y al resto de los profetas vemos un común denominador.  La palabra dura de castigo viene acompañada de una palabra de restauración, de esperanza y de consuelo.  Vemos a un Dios que ama al hombre y que lo justifica de manera inmediata, al acercarse y creer en su amor, en su Hijo Jesucristo.  El amor de Dios nos hace hijos y nos justifica al momento de creer.  Pero debemos obedecer para permanecer en su amor.

El profeta Miqueas le recuerda a Dios que Él es nuestro pastor que nos llevará a pastos frescos utilizando, ya no la vara, sino su cayado con amor, porque después del juicio viene el perdón.  Habiendo el hombre hecho lo malo, Él envió a su hijo a perdonarnos.  En agradecimiento debemos vivir a sus pies, procurando hacer su voluntad.  Necesitamos ser cristianos derechos, que tomemos posturas ante el tiempo difícil que vivimos y procurar alcanzar su misericordia.  ¿Cómo alcanzamos su misericoria? Llevando fruto, bendiciendo a otros cuando está en nuestras manos hacerlo.  Siendo leal. Abandonando todo aquello que ocupe el lugar de Dios en mi vida y dándole a Él el primado. Haciendo un compromiso con Dios y su obra, renunciando a todo lo que nos impide llegar al cielo.  Debemos, además, no subestimar la obediencia, recordando que el obedecer es mejor que los sacrificios.  Aprendamos a trabajar y disfrutar de la presencia de Dios, si disfrutamos de su presencia, amaremos trabajar para Él.  En fin, la comunión con un Dios que es perfecto traerá para ti misericordia, hacer justicia y humillarte ante tu Dios.

 

 

Mi casa es la casa de todos…