Comenzamos el domingo 3 de abril aprendiendo de la Palabra de Dios. La Biblia es como los nutrientes que necesita nuestro sistema par poder funcionar eficazmente. Sin ella no podemos funcionar bien espiritualmente. La clase correspondiente a este domingo tuvo como partida el libro de Zacarías, principalmente los capítulos 1 y 2. Utilizamos como referencia el expositor El Discípulo Bíblico.
«En el octavo mes del año segundo de Darío, vino palabra de Jehová al profeta Zacarías hijo de Berequías, hijo de Iddo, diciendo: Se enojó Jehová en gran manera contra vuestros padres. Diles, pues: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Volveos a mí, dice Jehová de los ejércitos, y yo me volveré a vosotros, ha dicho Jehová de los ejércitos. No seáis como vuestros padres, a los cuales clamaron los primeros profetas, diciendo: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Volveos ahora de vuestros malos caminos y de vuestras malas obras; y no atendieron, ni me escucharon, dice Jehová. Vuestros padres, ¿dónde están? y los profetas, ¿han de vivir para siempre? Pero mis palabras y mis ordenanzas que mandé a mis siervos los profetas, ¿no alcanzaron a vuestros padres? Por eso volvieron ellos y dijeron: Como Jehová de los ejércitos pensó tratarnos conforme a nuestros caminos, y conforme a nuestras obras, así lo hizo con nosotros». (Zacarías 1:1-6)
Ante las amenazas que puedan presentarse en medio de su pueblo, es Dios quien se convierte en sus murallas; Él es la fortaleza y su defensor
En medio de la destrucción, es Dios quien protege a los suyos. Ante las amenazas que puedan presentarse en medio de su pueblo, es Dios quien se convierte en sus murallas; Él es la fortaleza y su defensor. Solo basta con tornarnos a Dios, arrepentirnos de nuestros malos caminos y reconocerle en todas nuestras empresas; y la bendición del Dios viviente nos sobrevendrá como río de gran caudal. Nuestro Dios es un Dios misericordioso que desea nuestro corazón sobre todas las cosas; Él nos ama y nos cela grandemente. Debemos aprender a darle todo nuestro ser a Él, no preocuparnos por nuestras cosas, sino por las suyas. Cuando esto hacemos, nuestras necesidades, aun los deseos que refugiamos en lo recóndito de nuestros corazones, Él los atiende. Solo basta confiar y amarle con todo el corazón.
Amado hermano, le esperamos todos los domingos en la Iglesia de Jesucristo El Caballero de la Cruz, a las 9:30am, en la Escuela Dominical: la espina dorsal de la Iglesia.
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