Nuevamente nos disponemos a estudiar la iglesia de Corinto, mediante, esta vez, la segunda carta que le dirige el apóstol Pablo a los corintios. La clase, que dirigió el maestro Julio Santiago, se titula: ¿A quién le interesa?, dada el 3 de agosto de 2014, en la clase de jóvenes en el Aposento Alto de nuestra iglesia. Tomamos como partida 2 Cortintios 1:3-11, y utilizamos como referencia la revista El Discípulo.

La segunda carta a los Corintios fue escrita alrededor del año 56 d.C., aproximadamente un año posterior a la primera. A diferencia de la carta que la precede, que estaba repleta de corrección y de sentimientos encontrados, esta fue algo distinta. Esta segunda carta se caracteriza por el tema del «consuelo y el desarrollo de temas teológicos». Ya la iglesia de Corinto había tomado las recomendaciones de la primera carta y las había puesto por obra. Y de esta manera se dispone Pablo a escribirles sobre otros temas.

 «Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios. Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación. Pero si somos atribulados, es para vuestra consolación y salvación; o si somos consolados, es para vuestra consolación y salvación, la cual se opera en el sufrir las mismas aflicciones que nosotros también padecemos. Y nuestra esperanza respecto de vosotros es firme, pues sabemos que así como sois compañeros en las aflicciones, también lo sois en la consolación.» (2 Corintios 1:3-7)

Si has sido consolado, consuela de la misma manera a los demás

Hablando acerca del saludo de Pablo al comienzo de la carta, nuestro maestro dijo: «Nunca la paz antecede la gracia. Tiene que estar Dios para que haya paz». Dios es nuestro Padre y así lo ha establecido en su Palabra. «Pablo nos dejó claro la paternidad de Dios; protector de los que padecen dificultad». La consolación solo proviene de una sola fuente. «De ningún otro lugar vendrá tu consuelo: viene de Dios». Por tanto, debemos dar por gracia lo que por gracia hemos recibido. «Si has sido consolado, consuela de la misma manera a los demás», excalmó. «Tenemos que sufrir con paciencia, soportarlo. Muchas de las tribulaciones que pasamos las tenemos que vivir». «¿Cómo vamos a ayudar al que pasa hambre si nunca pasamos por lo mismo?». . . «El Padre de todo consuelo nos invita a fortalecer a otros», finalizó Santiago.

Amado hermano, le esperamos todos los domingos en la Iglesia de Jesucristo El Caballero de la Cruz, a las 9:30am, en la Escuela Dominical: la espina dorsal de la Iglesia.

Mi Casa es. . . la Casa de Todos