«La Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos». Estudiamos en la clase de jóvenes, situada en el aposento alto, junto a nuestra maestra, Vanessa Torres. Nos dirigimos al libro del profeta menor Abdías. Es un libro corto en tamaño, pero significativo en su contenido y enseñanza. Nos habla mucho del carácter de Dios y su relación con la injusticia y la maldad preconcebida. Utilizamos como referencia Abdías y el expositor El Discípulo Bíblico.
«Pero en el monte de Sión habrá un remanente que se salve; será un remanente santo, y la casa de Jacob recuperará sus posesiones. La casa de Jacob será fuego, la casa de José será llama, y la casa de Esaú será estopa, y arderán y se consumirán; ni un solo resto quedará de la casa de Esaú, porque el Señor lo ha dicho. Los del Néguev poseerán el monte de Esaú, y los de la Sefela a los filisteos; poseerán también los campos de Efraín y los campos de Samaria, y Benjamín tomará posesión de Galaad. Los cautivos de este ejército de los hijos de Israel se adueñarán del territorio de los cananeos, hasta Sarepta, y los cautivos de Jerusalén que están en Sefarad poseerán las ciudades del Néguev. Entonces vendrán al monte de Sión unos libertadores, y juzgarán al monte de Esaú, y el reino será del Señor.» (Abdías 1: 17-21)
Resulta que el pueblo de Edom, emparentado con el pueblo de Israel por la línea de Esaú, vituperó a su pueblo hermano. Edom, al ver el inminente y poderoso asedio de Babilonia a Israel, decidió aliarse con el enemigo para ganar ventaja y aprovechar los depojos. Apoyó a Babilonia, e Israel fue conquistada por los invasores ayudado por Edom, y Edom se sació del fruto de su alianza y de la traición a Israel. Y Dios, viendo las acciones de Edom, levanta a Abdías para enviarle un mensaje. En este mensaje le declara juicio para este pueblo por haber traicionado a Israel, y sus cimientos quedarían en ruinas. «Cuidémonos de las enemistades entre hermanos. Estas carcomen nuestros corazones y terminan en ruina. Aprendamos a cazar las zorras y perdonarnos los unos a los otros. Dios nos invita a la paz y a la unión entre hermanos».
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