Nuestro Señor Jesucristo, siendo el creador y sustentador del universo, no lo estimó como cosa a qué aferrarse (Filipenses 2:6-11), sino que ejemplificando gran humildad y solicitud (la misma que deberíamos portar) vino a servir a su creación. Ese Dios, Verbo creativo, trabajó y sudó por sus criaturas, caminó entre nosotros, y nos dio esperanza de vida (una esperanza que no muere, ciertamente vigente). Nuestro modelo a seguir es quien mismo nos formó, quien tiene soberanía de nuestras vidas y que con su amor desprendido nos concedió el regalo preciado de servirle; por Él y para Él. En la clase del domingo 21 de agosto, nuestra pastora Vanessa Torres, nos habló del servicio. Utilizamos como referencia el expositor El Discípulo Bíblico, la epístola de Timoteo y el libro de Números .

«Pero en una casa grande, no solamente hay utensilios de oro y de plata, sino también de madera y de barro; y unos son para usos honrosos, y otros para usos viles. Así que, si alguno se limpia de estas cosas, será instrumento para honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto para toda buena obra. Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor.»   (2 Timoteo 2:20-2).

«Sal y muéstrate disponible al que necesita», exhortó nuestra pastora. «Para servir a Dios hay que ser estructurado. . . Tiene que haber consagración». «Dios es un Dios relacional. El centro del pueblo de Israel era Dios. Dios habita en mi corazón, en mi vida»,explicó.  «Dios no comparte su gloria con nadie». «El plan de Dios es amistarse con el hombre». «Dios exige que haya un buen servicio. El corazón del servidor es el que mueve el corazón de Dios. Dios exige de nuestro templo lo mejor. El que no sirve no sirve» enseñó.» «¿Qué clase de utensilios somos? ¿Qué clase de vasijas? El que te califica es Dios», finalizó.

 

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