Jesús dijo que el distintivo de los suyos será el amor. Las lenguas y las profecías son buenas y necesarias para la edificación de la iglesia, pero son superadas abrumadoramente por la excelencia del amor. En la clase de jóvenes en el Aposento Alto, donde dirigió la enseñanza la pastora Vanessa Torres, nos reunimos a aprender acerca del don más eminente. Usamos como referencia la revista El Discípulo.

«El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad.  Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor».(1 Corintios 13:4-8,13)

El amor, dice Pablo, es preeminente, por encima de lo extraordinario y de lo excelente

«El amor, dice Pablo, es preeminente, por encima de lo extraordinario y de lo excelente», pronunció  Torres. «El amor no perece, no es una prenda, no termina. Dios es un Dios relacional. Él nos creó para estar con Él. Nos creó porque quiere compartir la eternidad». Continuó la pastora: «El amor perfecto es el amor de Dios. La base y el fundamento de todo lo que hacemos es el amor». Torres hizo énfasis en la importancia de edificarnos todos sobre el individuo: «la comunicación es importante. Es mejor profetizar que hablar en lenguas. Nos edificamos todos». «La esencia de Dios es amor». «Cuando Dios te da la oportunidad, ¿qué hacemos? ¿La aplicamos?. Si la esencia del amor no está y no se aplica, no sirve», finalizó.

Amado hermano, le esperamos todos los domingos en la Iglesia de Jesucristo El Caballero de la Cruz, a las 9:30am, en la Escuela Dominical: la espina dorsal de la Iglesia.

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