La Biblia nos alerta. Pablo, Pedro y muchos otros autores bíblicos coinciden en que la Palabra será predicada y muchos vendrán en pos de la verdad. Sin embargo, también se encuentran compartiendo, bajo la inspiración del Espíritu, las mismas advertencias que primero fueron disertadas por su precursor: Jesucristo. El Maestro describía que en un tiempo habrían quienes alterarían la verdad; la suavizarían, la acomodarían a la vez que muchos la tomarían por cierta y caerían presos de sus elaboradas mentiras. Siniestramente intencionados, estos falsos maestros y profetas trazarían estrategias para lograr sus itinerarios humanos, motivados por insaciables apetitos terrenales (Ver Gálatas 1:6-10). De manera muy similar, Pedro insta a la iglesia en general a la precaución; «Pedro les está despertando», observó nuestra maestra, Patricia Torres.

«Debemos sentir la responsabilidad de enseñar a otros la verdad de Cristo»

Los falsos maestros se habían levantado con sus torcidas enseñanzas y representaban una amenaza para la naciente iglesia de Cristo. Muchos por falta de conocimiento fueron engañados con sus sutilezas. Pedro enfatizó el deber de enseñar y de permanecer en las enseñanzas recibidas. «Debemos sentir la responsabilidad de enseñar a otros la verdad de Cristo», explicó Torres. «Esta responsabilidad la debemos sentir todos. Esa verdad no la podemos esconder», continuó. Es importante armarnos con el conocimiento de Dios y de su Palabra para no caer en las artimañas de los falsos.  Además, nuestra fe debe ir en crecimiento constante. «Cuando crecemos en fe podemos identificar al falso. El Espíritu nos ayuda», dijo. «Como dijo nuestro pastor: ‘compra la verdad y no la vendas’, finalizó. Necesitamos vivir en una relación real con Dios. Cuando nos acercamos a Él y le conocemos podemos discernir lo que proviene de Él.

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