Los discípulos no hacían milagros y prodigios, no predicaban ni influenciaban con sus propias fuerzas, ni con sus porpios conocimientos. «Eran hombres sin letras y del vulgo» (Hechos 4:13), pero estaban llenos de la fuente del poder. En la clase del maestro Falcón, ubicada a la diestra del altar de nuestra iglesia, nos dipusimos a aprender acerca del poder del Espíritu Santo de Dios. Utilizamos como referencia Hechos 8: 9-24 y la revista El Discípulo.

«También creyó Simón mismo, y habiéndose bautizado, estaba siempre con Felipe; y viendo las señales y grandes milagros que se hacían, estaba atónito. Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había recibido la palabra de Dios, enviaron allá a Pedro y a Juan; los cuales, habiendo venido, oraron por ellos para que recibiesen el Espíritu Santo; porque aún no había descendido sobre ninguno de ellos, sino que solamente habían sido bautizados en el nombre de Jesús. Entonces les imponían las manos, y recibían el Espíritu Santo. Cuando vio Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero, diciendo: Dadme también a mí este poder, para que cualquiera a quien yo impusiere las manos reciba el Espíritu Santo. Entonces Pedro le dijo: Tu dinero perezca contigo, porque has pensado que el don de Dios se obtiene con dinero. No tienes tú parte ni suerte en este asunto, porque tu corazón no es recto delante de Dios. Arrepiéntete, pues, de esta tu maldad, y ruega a Dios, si quizá te sea perdonado el pensamiento de tu corazón; porque en hiel de amargura y en prisión de maldad veo que estás. Respondiendo entonces Simón, dijo: Rogad vosotros por mí al Señor, para que nada de esto que habéis dicho venga sobre mí.» (Hechos 8: 13-24)

«La fuente del poder es el Espíritu Santo», expresó Falcón. «Simón tenía una posición. Algunos lo tomaban como represante de Dios. Aparece Felipe haciendo grandes señales, probablemente más grandes que las que él hacía», narraba el maestro. «El mismo Simón estaba atónito; creyó el mensaje. Simón creyó y se bautizó», enseñó. «Nosotros necesitamos la llenura del Espíritu Santo. El Espíritu Santo de Dios nos selló. La Palabra de Dios nos intruye y nos reta a madurar», continuó. «Sin el Espíritu Santo no puedes ser espiritual. La llenura de Espíritu Santo no da el poder para ser creyentes. Tenemos que estar llenos para ser Iglesia», finalizó.

Amado hermano, le esperamos todos los domingos en la Iglesia de Jesucristo El Caballero de la Cruz, a las 9:30am, en la Escuela Dominical: la espina dorsal de la Iglesia.

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