La idolatría ha estado con el ser humano desde tiempos remotos. El hombre siempre ha mirado hacia arriba en busca de respuestas a las preguntas más trascendentales. Sin embargo, el Dios del universo, el Dios verdadero, aborrece la idolatría. Nuestro Señor y Salvador no comparte su gloria con nadie. Él nos ama y desea nuestra atención voluntaria e incondicional. Nos ha sido propicio a tal  escala que resulta insuperable lo que nosotros podamos reciprocarle. Dios es nuestro amigo fiel, nuestra paz, nuestra ayuda y nuestra fuerza, sin Él no podemos. Le debemos todo. Dios está presto para dar segundas oportunidades.

» En aquel tiempo haré para ti pacto con las bestias del campo, con las aves del cielo y con las serpientes de la tierra; y quitaré de la tierra arco y espada y guerra, y te haré dormir segura. Y te desposaré conmigo para siempre; te desposaré conmigo en justicia, juicio, benignidad y misericordia. Y te desposaré conmigo en fidelidad, y conocerás a Jehová. En aquel tiempo responderé, dice Jehová, yo responderé a los cielos, y ellos responderán a la tierra. Y la tierra responderá al trigo, al vino y al aceite, y ellos responderán a Jezreel. Y la sembraré para mí en la tierra, y tendré misericordia de Lo-ruhama; y diré a Lo-ammi: Tú eres pueblo mío, y él dirá: Dios mío.» (Oseas 2:18-23)

«Le atribuían las bendiciones de Dios a los ídolos, a Baal.», mencionó el maestro. «La fertilidad de la tierra que el Señor proporcionaba se lo agradecían en culto a Baal y  Asera.», continuó. «Todo el homicidio y sus injusticias saldrán a a luz para el juicio de Dios.»  «Dios quería sostener una relación con ellos», argumentó. «Habían consecuencias a sus acciones, pero Dios quería restaurarles». Dios es un Dios de segundas oportunidades para aquellos que tienen un corazón arrepentido. «El desierto es un lugar de preparación y de avivamiento». «El Señor los castigaba y los consolaba». «No debemos tener por menos lo que Dios ha hecho y está haciendo», finalizó.

 

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