«Los trastorné como cuando Dios trastornó a Sodoma y a Gomorra, y fueron cual leño salvado del fuego. Pero no se volvieron a mí”, dice el SEÑOR. Por tanto, de esta manera te haré, oh Israel. Y porque voy a hacerte esto, ¡prepárate para venir al encuentro de tu Dios, oh Israel! . . . ¡Busquen el bien y no el mal para que vivan! Así estará con ustedes el SEÑOR Dios de los Ejércitos, como dicen. Aborrezcan el mal y amen el bien. Establezcan el juicio en el tribunal; quizás el SEÑOR Dios de Israel tenga piedad del remanente de José.» (Amós 4:11-12; 5:14-15)

El pueblo de Israel, en la coyuntura histórica en que se encontraba, en el término ministerial del Profeta Amós, padecía. ¿De qué padecía? Una enfermedad terrible los tenía enclaustrados en sus deleites y egoísmo, la injusticia. Amós le predicaba a un Israel insensible a las necesidades de los desvalidos, a un Israel opresor, que vejaba a las clases menos aventajadas y los hundía con cargas muy pesadas para llevar. Pregonaba a un Israel idólatra, adúltero y rebelde. Con desfachatez ofrecían sacrificios al Dios Altísimo en templos paganos, y violentaban las leyes que regían el honor al Señor. Pero el Padre que ama, castiga. Y el Señor dio advertencias para que el pueblo se rectificara y se arrepintiera. De la misma manera, les ofreció redención.

Lo cierto es que nuestro Dios es un Dios de justicia, comprometido con ella y con que se cumplan sus justas ordenanzas. En fin, sus ordenanzas redundan para el bien de su pueblo, lo entienda el pueblo o no, quiera obedecerlas o no. Dios anhela nuestro bienestar, y nosotros, en cambio, naturalmente nos abocamos al pecado. Como antítesis a sus ordenanzas, el pecado redunda en nuestro mal. Si tan solo reflexionáramos detenidamente en estas razones al momento de encarar la tentación y el preludio a la desobediencia. ¡Cuanto mal nos ahorraríamos! Obedezcámosle, la consecuencia será nuestro bien, y nuestro galardón la satisfacción de hacer la voluntad de nuestro redentor y salvador. Mediante la operación del Espíritu Santo en nosotros podemos hacer frente a las injusticias, rectificarnos y ser capacitados para obedecerle. Pidámosle de corazón que nos ayude a serle fiel para honrarlo con nuestra vida.

 

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