Hoy domingo 17 de mayo de 2015, nuestra clase de escuela bíblica de los jóvenes fue ofrecida por la pastora Vanesa Torres Padilla. La base bíblica de la misma se encuentra en 1 de Corintios 12, porción en la cual el apóstol Pablo confronta a la iglesia de Corinto sobre sus rencillas y divisiones.

«Pero ahora son muchos los miembros, pero el cuerpo es uno solo. Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros». (v. 20, 21)

«Si asumimos la postura errónea de creer que no somos importantes en el cuerpo de Cristo y nos negamos a realizar nuestra labor, entonces no formamos parte del cuerpo del Señor», expresó la pastora Vanesa. Muchas veces, acostumbramos a dar mayor importancia a aquellas personas que parecen más «espirituales» o a quienes creemos que saben más que nosotros. Este comportamiento nos lleva a subestimarnos a nosotros mismos y a creer que no podemos hacer nada bien para el Señor. Sin embargo, los versos 24 y 25 dicen lo siguiente:

» Porque los [miembros del cuerpo] que en nosotros son más decorosos, no tienen necesidad; pero Dios ordenó el cuerpo, dando más abundante honor al que le faltaba, para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que los miembros todos se preocupen los unos por los otros».

«Todos los miembros del cuerpo son de igual importancia», recalcó la pastora. «Si no somos capaces de sufrir con nuestro hermano en su momento de necesidad, no formamos parte del cuerpo de Cristo», continuó.

«De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan». (v. 26)

«En el cuerpo, cada miembro tiene una función específica. Así mismo ocurre en el cuerpo de Cristo. ¿Cuándo has visto que el ojo sienta envidia de la mano? En el cuerpo del Señor, no debe existir envidia ya que cada miembro es diferente y cumple con una función específica que es suya propia», explicó la pastora respecto a los versos 27-30.

«¿Son todos apóstoles? ¿son todos profetas? ¿todos maestros? ¿hacen todos milagros? ¿Tienen todos dones de sanidad? ¿hablan todos lenguas? ¿interpretan todos?» (v. 29, 30)

«No todos tenemos las mismas funciones ni haremos lo mismo en el Señor. Entonces, ¿para qué compararnos?», explicó la pastora. El capítulo 12 termina con una exhortación a que se procuren los mejores dones (v. 31). «¿Por qué Pablo termina diciendo que procuremos los mejores dones? ¿No había establecido que todos los dones eran importantes en el cuerpo? Sí. Sin embargo, ya Pablo comenzará a hablar a los Corintios sobre el amor y su preeminencia. A esto se refería con que procuremos los mejores dones. De esto hablaremos la clase que viene», culminó.

Es necesario que amemos y que demostremos el amor de Cristo a nuestros hermanos y a este mundo que se pierde. Si no lo hacemos, no somos parte del cuerpo de Cristo. ¿Realmente somos parte del cuerpo? Evaluémonos.

Mi casa es la casa de todos…