Muchos son los estragos de la frustración. A nadie le gusta que le lleven la contraria o no conseguir lo que se ha propuesto tener. Creemos que nuestras opiniones y consejos deben ser escuchados y puestos en práctica por aquellos a quienes se lo comunicamos. A diario los hijos no toman en cuenta los consejos de sus padres, los jóvenes no escuchan a los ancianos, el discípulo no sigue las enseñanzas de su maestro, y se pueden seguir mencionando situaciones como estas.
La frustración viene por la imposibilidad de satisfacer un deseo o necesidad en nuestras vidas. Podemos sentirnos frustrados con nuestros familiares, amigos, matrimonio, gobierno y aun con nosotros mismos. La frustración produce decepción, ira, y desánimo; nos sentimos tristes y deprimidos. La frustración llega a todos los seres humanos; desde niños hasta ancianos. Nadie se escapa de ella, ni siquiera los hijos de Dios.
Pero, ¿cuál es nuestra reacción cuando nuestros consejos u opiniones no son tenidos en cuenta? ¿Cuál es nuestra actitud cuando las cosas no salen como esperamos? ¿Cómo manejamos nuestras frustraciones?
Uno de los hijos de David se llamaba Absalón. Este había huido delante de la presencia del rey después que dio muerte a uno de sus hermanos (Amnón). La Palabra narra como Amnón había deshonrado a su hermana Tamar, quien era a su vez hermana de madre y padre de Absalón (2 Samuel 13:1-20). Por esta causa, pasado el tiempo, Absalón mató a su medio hermano y huyó de Jerusalén. Luego de tres años, David deseaba ver a su hijo Absalón. Este regresó a Jerusalén. Aun así, el rey no quiso ver el rostro de Absalón durante 2 años. Al cabo de esos dos años, Absalón se presentó delante del rey.
El corazón de este joven estaba lleno de codicia. Él deseó y codició el trono de su padre. Por eso, comenzó a luchar para quedarse con el reino. Ante esta situación, Absalón solicitó consejos de los asesores de su época. Uno de estos asesores se llamaba Ahitofel. La Palabra dice que: «…Y el consejo que daba Ahitofel en aquellos días, era como si se consultase la palabra de Dios. Así era todo consejo de Ahitofel, tanto con David como con Absalón.”- 2 Samuel 16:23. Además de Absalón buscar consejo con Ahitofel también buscó consejo con Husai, amigo del Rey David. Ahitofel escuchó el consejo de ambos. “Entonces Absalón y todos los de Israel dijeron: El consejo de Husai arquita es mejor que el consejo de Ahitofel. Porque Jehová había ordenado que el acertado consejo de Ahitofel se frustrara, para que Jehová hiciese venir el mal sobre Absalón.”- 2 Samuel 17:14. “Pero Ahitofel, viendo que no se había seguido su consejo, enalbardó su asno, y se levantó y se fue a su casa a su ciudad; y después de poner su casa en orden, se ahorcó, y así murió, y fue sepultado en el sepulcro de su padre.”-2 Samuel 17:23.
¡Qué triste final para Ahitofel! No estaba acostumbrado a que no se siguiera su consejo. El Señor frustra los planes que el enemigo tiene en contra de sus hijos. La Palabra dice en Isaías 54:17: “Ninguna arma forjada contra ti prosperará, y condenarás toda lengua que se levante contra ti en juicio.”
Otras veces el Señor permite estas situaciones en nuestra vida porque más adelante veremos su mano Todopoderosa intercediendo a nuestro favor. “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.”-Romanos 8:28
No podemos evitar que la frustración llegue a nuestras vidas, pero sé podemos evitar que se apodere de esta. Ahitofel no supo trabajar su frustración y se suicidó. No veía un futuro para su vida; se encontraba perdido y sin alternativas. Aparentemente todo estaba bien con él; puso su casa en orden aunque su vida estaba teniendo una batalla interna que no pudo vencer y podía aconsejar a los demás pero el mismo no supo aconsejarse.
¿Cómo reaccionas cuando nuestros planes se ven frustrados y cuando la gente no es como quisiéramos? ¿Cómo manejas tus frustraciones?
Si estás pasando por un periodo de frustración, depresión, y/o tristeza; si crees que tu problema no tiene alternativa; o si no sabes cómo trabajar el mismo; solicita ayuda. Posiblemente la gente que te rodea no ha descubierto las batallas internas que estás librando. Vé a una iglesia y busca ayuda de un pastor o pastora. Te invito a que te comuniques con nosotros. Estaremos orando por ti y tus peticiones. Pero, sobre todo, recuerda que no estás solo o sola. Aunque no le veas ni le sientas en estos momentos, Él está a tu lado como poderoso gigante. Tu problema tiene alternativas favorables para ti. Solo confía en Él.
Será un placer para nosotros poder servirte y ayudarte en tu problema ¡Visítanos!
Referencias bíblicas en 2da de Samuel capítulos 13 al 17 RV1960.
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